Normalmente los artículos aquí escritos suelen ser de diferentes profesionales y siempre revisados para el estilo. Hoy escribo yo, Pablo Duque, para colgar lo que vimos en la clase de TANV. Pensaba hacer un hilo en Twitter pero creo que puede ser más interesante escribirlo aquí y colgar la documentación.

El TANV es, por muchos, un cuadro no admitido como diferente a otros. La historia que tiene y los cambios constantes de nombres (incluso ahora en 2023 cuando intentan llamarle “Trastorno Visoespacial del Desarrollo”) no le hacen mucho bien, probablemente porque los nombres cada vez son peores: Síndromes del Hemisferio Derecho, Síndrome de Disfunción No Verbal, TANV, Discapacidad de Aprendizaje no Verbal… Entre otras cosas, no es un síndrome. Un síndrome es la unión de síntomas y signos. Sin más. No se consideran otros puntos para su diagnóstico. Si digo que tiene un Síndrome de Gerstmann sólo diré las alteraciones propias de dicho síndrome pero no la etiología ni nada más. Sin embargo, si digo Trastorno de Gerstmann del Desarrollo, me referiré a un cuadro que tiene un inicio, una evolución clínica determinada, unos síntomas, unos hallazgos en exploración, etc., y que siempre será idiopático (dado que si tiene una etiología conocida, por mucho que curse “como el Gerstmann”, no será tal sino el cuadro genético: p. ej., 22q11).

Dice Irene Mammarella, que se caracteriza por (copio sin cambiar nada):

  • Pobre inteligencia visoespacial con buena inteligencia verbal.
  • Trastornos visoconstructivos y de la psicomotricidad fina.
  • Pobres habilidades matemáticas y buenas habilidades lectoras.
  • Déficit de WM visoespacial.
  • Dificultades sociales y emocionales.

Obviamente le ha faltado decir que es un trastorno que cursa desde siempre, que las primeras manifestaciones son tal o cual, que se puede confundir con otros cuadros clínicos y que el fenotipo es ese. Es un error creer que una serie de síntomas-signos unidos dan como producto un trastorno del neurodesarrollo. Además, dentro de los códigos diagnósticos no se pueden meter las “consecuencias”: pobres habilidades matemáticas, dificultades sociales, etc. Esto es un error. Se mete lo clínico y otra cosa es la repercusión de lo clínico.

Siempre se dice que los niños con TANV suelen tener discalculia, lo que es un error (no entraré a expresar que lo de discalculia es algo que debería desaparecer de nuestro vocabulario, al igual que dislexia o disgrafia). Decía que es un error porque no tienen dificultades para aprender a sumar o restar sino para hacerlo cuando tienen que plasmarlo en el espacio de un folio: eso no tiene nada que ver con no aprender “cosas con números”.

La denominación Trastorno Visoespacial del Desarrollo es, sin más, otra denominación mala. Si llamamos a un cuadro así, lo hacemos porque queremos poner de manifiesto “lo más clásico del trastorno”, pero eso hace que semánticamente sea bastante “tonto”. Si alguien me dijera: “pero mi niño tiene dificultades en el control de la atención, en la cognición social y en el desarrollo del razonamiento lógico y…, ¿usted le llama TVD?”. Eso no tiene sentido. Es como el TDAH, que dicen: también los niños tienen dispraxia y déficit ejecutivos. Pues entonces llámele Trastorno por Déficit de Atención, Dispraxia y Déficit ejecutivos. No, no cuadra. Es mejor utilizar nombres “abstractos” y no referidos al cuadro clínico y así nos enteramos mejor. Por ejemplo, llamarle Trastorno de Rourke-Mammarella o de  Rourke-Mammarella-Margolis (y digo estos nombres en favor de quienes más han puesto de manifiesto estas cuestiones). En ese momento sería todo muy fácil porque podríamos tener un conjunto sintomático claro que no hiciera referencia al nombre.

No quiero aburrirles más con disquisiciones filosóficas. Les dejo aquí el para que ustedes, si quieren, se puedan descargar las diapositivas del último curso que di.

Salud y a descansar.



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