La Enfermedad de Parkinson (EP) es un trastorno progresivo que afecta a más del 1% de las personas de más de 55 años. Esta enfermedad se caracteriza por una degeneración de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra. La EP está asociada tanto a síntomas motores (rigidez, temblor, hipocinesia…) como a síntomas no motores. Entre estos últimos se encuentran la hiposmia, estreñimiento, déficits cognitivos, ansiedad y depresión. El tratamiento de estos síntomas no motores puede suponer un reto, y el uso de estrategias no farmacológicas como la educación, servicios de apoyo, la neurorrehabilitación o el ejercicio suelen ser subestimadas.

¿Como influye la actividad física en la Enfermedad de Parkinson?

La actividad física ha demostrado influenciar la plasticidad cerebral. En modelos de ratones de laboratorio se ha visto la influencia de la regulación de neurotrofinas como el BDRF (factor neurotrófico derivado del cerebro) y el NGF (factor de crecimiento nervioso). BDRF parece incrementar la tasa de dopamina in vitro y ofrece un rol neuroprotector en las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra. Además, se piensa que el BDRF regula la ramificación y remodelaje de axones y dendritas (cuyas longitudes se ven reducidas con la EP). Se ha asociado el NGF con neuroprotección, a través de la estabilización del calcio intracelular. Niveles altos de estos químicos en el cerebro podría impedir la progresión de la EP y ofrecer potencialmente un efecto neuroprotector.

Adicionalmente, se conoce bastante bien la relación entre ejercicio y dopamina. Esta hormona es producida por la glándula pituitaria y el hipotálamo durante el ejercicio, la excitación o el dolor.  Se piensa que puede mejorar la depresión y la ansiedad a través de 2 mecanismos; mediante la unión a receptores opioides en la corteza frontal y regiones límbicas; y mediante la interacción con otros neurotransmisores, como la dopamina, que también interviene en la mejora del estado de ánimo.

Estudio reciente

La actividad física cada vez es más utilizada en las enfermedades crónicas como la Enfermedad de Parkinson. Sin embargo, el foco de muchos estudios han sido los síntomas motores; muy pocos estudios han valorando su efecto en síntomas no motores. La revisión de Cusso et al. de 2016, determina la mayor evidencia disponible de los efectos de varios tipos de ejercicio en síntomas no motores en la Enfermedad de Parkinson.

Los síntomas estudiados en esta revisión son: depresión, fatiga, apatía, ansiedad y sueño; además de valoraciones más específicas de la cognición.

La mayoría de intervenciones utilizadas en los estudios tenían las siguientes características:

  • 12 semanas de tratamiento
  • 2-4 sesiones a la semana
  • Sesiones de entre 20 y 90 minutos

El tipo de ejercicio variaba desde aerobic, marcha, entrenamiento de resistencia, de equilibrio, Tai Chi, Baduanjin Qigong, sesiones personalizadas de fisioterapia o terapia ocupacional, sesiones grupales de ejercicio, tango, método Feldenkrais, marcha nórdica y método de ritmo y música Ronnie Gardiner.

Conclusiones

Los resultados vislumbran una mejora de los síntomas. Debido a la heterogeneidad de las intervenciones y la variabilidad de instrumentos de valoración de síntomas, muchos de los resultados no tienen significación estadística. Nuevos estudios que prioricen síntomas no motores son necesarios para determinar los efectos beneficiosos de la actividad física en esta enfermedad tan compleja.

Esta revisión, a pesar de las limitaciones en sus resultados, nos hace reflexionar sobre la intervención desde la neurorrehabilitación. Teniendo en cuenta que la cognición y el movimiento son lo mismo… ¿El abordaje de pacientes es el adecuado?, ¿Tiene sentido que el fisioterapeuta trabaje sólo aspectos físicos y estructurales? Desde nuestra integridad profesional debemos recapacitar para entender e integrar este concepto en nuestro trabajo. Desde cualquier ámbito de la neurorrehabilitación deberíamos considerar al paciente en su totalidad.

En el post Entrenamiento de dominios cognitivos en la mejora de la movilidad también se reflexionó sobre este tema. En él se afirmaba que la neurorrehabilitación debe ser entendida de manera transdisciplinar, en la que la cognición y la motricidad son dos caras de la misma moneda.

Juan Rojas, Neurofisioterapeuta de ineuro®

 



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