Cuando el año finaliza, la costumbre es “tomarse las uvas al son de las 12 campanas”. Las primeras reseñas de esta tradición son de hace 137 años. En los primeros comienzos, únicamente un grupo reducido de ciudadanos realizaban este tipo de celebración. Actualmente, el ritual se ha extendido a todo el mundo.

Pero, este ritual resulta un verdadero desafío para la deglución. Puesto que hay muchos casos de atragantamiento e incluso muerte por la ingesta rápida y repetida de uvas. Hay que tener en cuenta el tamaño de la fruta, y los elementos que esta posee, como la piel o las semillas.

Los especialistas de la deglución tienen que analizar todos los procesos de deglución implicados, incluidos los ligados a las festividades. De esta manera, anticipar si la persona con alteraciones de deglución puede realizar una ingesta adecuada.

Por ello, hacemos referencia al post publicado el 12 de diciembre de este mismo año en la página Logocerebal. Dicho post fue realizado por Jaime Paniagua, cuyo objetivo fue ofrecer información objetiva sobre el alimento y así evitar el riesgo que supone al ofrecer dicho alimento a personas con problemas de deglución.

Información sobre la fruta

La uva tiene una forma esférica, posee pepitas y tiene piel. Su tamaño es variable, al igual que la resistencia que posee a la masticación. Este hecho depende de muchos factores, siendo uno de ellos la piel. No fue relevante su medición con el penetómetro manual, por ello se medió con IOPI. Se le realizó un test de chafado con un tenedor y una sonda de IOPI. Los resultados obtenidos demuestran que es necesaria una fuerza mayor cunado la uva tiene piel, y menor cuando no la posee. Si tiene piel la fuerza alcanza los 60kg/pas, en cambio se reduce esta fuerza a 26kg/pas cuando no tiene piel.  De esta medición concluimos que comer uvas peladas facilita el manejo del bolo alimenticio y su masticación.

Por otro lado, resulta muy importante el proceso completo de deglución de la uva en su conjunto. Por ello, es importante realizar un análisis de la cantidad de movimientos de masticación necesarios para comerla. También se observan diferencias significativas comprando la uva con piel y sin piel. La fruta con piel implica 16 masticaciones, seis movimientos más que sin piel. Además, hay un factor añadido, si posee semillas o no. Al tener pepitas, se pone en marcha el movimiento de expulsión de estas mientras tragamos el jugo.

De esta manera, la uva posee un efecto jugoso que hace que tanto su volumen como su consistencia varíen a la hora de deglutirla.

En última instancia, el ritual de comer 12 uvas al son de las 12 campanas supone ingerir alimento cada 3 segundos y repetir el proceso durante aproximadamente 36 segundos. Al realizar mediciones sobre el tiempo empleado al deglutir una uva, concluimos que el proceso nos lleva entre 6 y 7 segundos. Sin piel este tiempo se reduce a 5 segundos. Y si además añadimos la eliminación de las pepitas, el tiempo se reduciría a 3.5 segundos.

Por ello, estos aspectos son importantes puesto que en el ritual, poseemos alrededor de 36 segundos para la ingesta total de las uvas.

Conclusiones

Concluimos, que la manipulación previa de las uvas resulta beneficiosa para las personas con disfagia y problemas de deglución. Así, resulta recomendable eliminar la piel y las pepitas de la fruta para favorecer el número de masticaciones requeridas y el tiempo empleado en la acción. A su vez, al eliminar las semillas y la piel, se reduce el número de movimientos y facilita la ingesta del juego de la fruta.

De esta manera, intentamos divulgar información para poder aumentar la familiarización de la sociedad con este problema. Puesto que afecta a muchas personas y resulta un gran desconocido para gran parte de la población.



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