El movimiento voluntario se relaciona directamente con la calidad de vida de la persona. Una conducta motora implica la actuación de un conjunto de sistemas que se tienen que poner en marcha de forma coordinada para originar el movimiento. El hecho de potenciarlo con juegos tradiciones, supone beneficios tanto en los procesos motores como en los cognitivos. Las actividades físicas influyen en la potenciación de las habilidades sociales y distintas capacidades de la persona.

El uso de estimulación motriz, beneficia el desarrollo de las personas mejorando la comunicación, la salud, las conductas y ofrece nuevas posibilidades de mejora. Cuando hablamos de motricidad, nos referimos a sensaciones ligadas a los movimientos intencionales y significativos.

En el síndrome de Down se produce un retraso tanto en motricidad gruesa como fina. Por ello, la actividad física es tan importante. Estas habilidades motrices pueden reflejar alteraciones neurológica severas, con lo que su evaluación resulta imprescindible.

Objetivo del estudio

Lo que se quiere determinar es el beneficio que aportan los juegos tradicionales para incrementar las destrezas de locomotoras y no locomotoras, y de de proyecciones tanto reactivas como receptivas. Para ello, se han usado 85 sujetos que fueron enmarcados en tres grupos en función del rango de edad.

Conclusiones obtenidas

La práctica repetida de actividades físicas con un fin lúdico fomenta la mejora de habilidades sociales y motrices de la persona. Estos juegos tradicionales afectan a la percepción de seguridad que experimenta sobre sus propias capacidades. También afectan a la recuperación de destrezas y en general la mejora cognitiva. De esta manera, se ofrece autonomía a través de estimulación tanto cognitiva como cinética generando mejoras en la calidad de vida.

 

 

 



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